Escrito por: Marie Claire Dumont Schifferli

¿Cómo me siento en este punto del camino? Me observo un momento y comienzan a aparecer el dolor, el enojo, la decepción, la culpa… y ahí me quedo, habitando estas emociones que me incomodan pero que están ahí, muy vivas. Porque en mi camino de ser aprendiz, perdí algo que era valioso. O más bien no lo alcancé, así que más que el dolor de una pérdida es la frustración de no haber alcanzado una meta que juzgo importante. No logro certificarme.

¿Qué debo aprender de todo esto? No lo sé en estos momentos. Estos últimos meses de ACP han sido movidos, intensos y con nuevas sensaciones e ideas que aún no terminan de acomodarse. ¿Tal vez me faltó tiempo? Es posible. Tiempo para aprender más allá de los textos, tiempo para asimilar, absorber y hacerlo parte de mí.

Observo mi propio ritmo, escucho mi voz, que reconozco no encaja fácilmente en las estructuras. Aparece esa rebeldía que me pone en jaque una vez más, cuando siento el impulso de hacer las cosas obedeciendo a mi inspiración. Pero veo que me equivoco y debo asumir ese error. Aún tengo mucho que aprender.

¿Qué hago con el “no puedo”? Con esa sensación incómoda que aparece en forma de reproche, pero no quiero escucharla… no me parece justo. Poner todo lo vivido en esa emoción me parece más bien fallarme a mí misma, a mis propias conquistas de estos últimos meses y que me están cambiando la vida.

Confío que con el paso del tiempo las emociones que habito hoy irán cambiando a otras que me traerán la calma que necesito para sentirme cómoda en mi propio cuerpo, en el lugar donde estoy en este momento. Saber a dónde debo dirigir mis pasos, mi foco, mi corazón. Tomar lo que deja la experiencia y continuar mi peregrinaje con el corazón más liviano, descansado, más sabio.

Hoy me ubico en el “no sé”, con esa incertidumbre que ya se me hace familiar, la reconozco y no me molesta que esté ahí, recordándome que debo seguir moviéndome para alcanzar mis metas, continuar mi búsqueda. Que debo seguir aprendiendo y así llegado el momento respirar satisfecha. Por ahora es suficiente y se me hace necesario parar un momento para recuperar energía y orientar la mirada.

Cuidar y amar la semilla que soy, cultivarla con paciencia, permitiéndole crecer a su propio ritmo, sin exigencias ni presiones, protegida de las expectativas y los juicios. Dejarla buscar el sol y sentir el aire cuando esté lista, dejarla florecer sin apuro, libre y hermosa cuando sea su momento para regalarse al mundo que la rodea.

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