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Transformarnos forma parte de nuestra naturaleza humana. En cada conversación, en cada experiencia o vivencia nos vamos transformando. Sin embargo, no siempre somos conscientes de las cualidades que como seres humanos tenemos para esto.

Nuestra transformación es inevitable y dinámica.

Constantemente estamos aprendiendo e inspirándonos de las transformaciones de otros seres vivos y de lo que ocurre en la naturaleza. Con frecuencia, hemos escuchado el maravilloso ciclo de vida de las mariposas como una metáfora de nuestra transformación. Este ciclo nos habla de un llamado de la propia naturaleza que la impulsa a pasar por distintas etapas y sus desafíos, hasta llegar a extender sus alas y volar. Desde lo biológico, sigue siendo el mismo ser vivo, tiene el mismo ADN. Esto nos enseña, además de lo fascinante de este proceso, que la mariposa para transformarse va conservando algo de sí misma que le permite ir pasando de una etapa a otra. Podríamos decir también que esta transformación es un hito en la vida de la mariposa.

Como seres humanos muchas veces soñamos con esta transformación, llegar a una determinada forma de ser y con más o menos esfuerzo pasar de capullos a seres plenos, llenos de colores hermosos y de alguna manera alcanzar nuestra propia versión de mariposa y esto no tiene nada de malo. Sin embargo, puede pasar que, al enfocarnos en la transformación como un logro o un hito, perdamos de vista de que, como seres humanos, nos transformarnos inevitablemente de forma permanente, llenando de momentos de transformación nuestro presente y que, a diferencia de las mariposas, podemos repetir el proceso muchas veces en lo cotidiano.

Transformar…cambiar de forma.

Así, como las mariposas, en nuestras transformaciones también vamos conservando algo de nosotros mismos. Estamos hechos de una materia prima que nos permite ir cambiando de forma. Las formas que van resultando puede que nos gusten o no, no siempre nuestras transformaciones nos llevan a convertirnos en mariposas, más bien nos hablan de lo humanos que somos.

¿Cuán conscientes somos de lo que se transforma en nosotros? ¿De qué manera podemos ser protagonista de las transformaciones que queremos?

En esta transformación permanente, inevitable y dinámica, usamos nuestra materia prima, no vamos desechando todo, vamos dejando algo para ir cambiando de forma en algunos aspectos de nuestra vida. Vamos conservando, por ejemplo, parte de nuestras preferencias, gustos, creencias, valores, patrones y costumbres. Mantenemos ciertas formas de ser y hacer que vienen de nuestros aprendizajes, de la familia y de lo cultural. Esto sucede todo el tiempo y muchas veces es automático. Conscientes o no de esto, elegimos como relacionarnos al ir conservando algo de nosotros en las interacciones cotidianas. Hay transformaciones que se van dando en el fluir de la vida que nos sirven y apuntan hacia lo que queremos, y otras, que, sin darnos cuenta, ya no queremos más y resultan en insatisfacciones, incomodidades y sin sentidos.

¿Qué nos regala nuestra propia naturaleza humana para nuestra transformación cotidiana?

Decimos que las mariposas responden a su propia naturaleza para transformarse. Los seres humanos de cierta manera podemos hacer lo mismo, al conectar con cualidades y capacidades que nos son propias. Tenemos la capacidad de darnos cuenta, tomar conciencia de lo que queremos y lo que no queremos y de lo que conservamos cuando elegimos. También tenemos la capacidad de reflexionar como un gran portal de acceso a ciertas conversaciones de transformación.

¿Cómo estamos viviendo lo que nos pasa? ¿Para qué mantenemos relaciones que no nos satisfacen? ¿Qué cuidamos o conservamos cuando repetimos ciertos patrones?

A veces cuidamos o conservamos nuestra imagen frente a otros, o cuidamos la armonía familiar y/o laboral, evitando ciertas conversaciones; cuidamos lealtades familiares o valores. Podemos reflexionar sobre lo que nos va pasando en el día a día y abrirnos a conversaciones con otros.

Las conversaciones nos van transformando.

En una conversación lo que percibimos e interpretamos va teniendo un impacto en nosotros, algo nos va pasando. No es una acción externa la que nos transforma, sino lo que nos pasa con eso y lo que elegimos desde ahí.  Para ser protagonista de las transformaciones que queremos, necesitamos ejercer nuestras cualidades humanas, tomando conciencia y reflexionando en nuestra vida cotidiana. Esto nos permite estar disponibles para comenzar conversaciones que nos puedan llevar a ser distintos después.

Nos transformamos juntos y vamos creando nuestra realidad cotidiana.

Con este protagonismo, podemos ser capaces de abrirnos a un escuchar que movilice nuestras certezas, nuestros supuestos, que nos invite a estar presentes y atentos a la dinámica que se da en las relaciones.

La transformación como un proceso cotidiano requiere también de prácticas continuas y de tiempo. Prácticas de conversaciones conscientes y reflexivas donde podamos hacernos preguntas en relación con nuestra forma de vivir y lo que queremos. Si lo que conservamos en nuestras relaciones forma parte de un legado cultural, o lo estamos eligiendo en libertad desde nosotros mismos. En esta transformación nos desafiamos a un tiempo cíclico en función del proceso, no del resultado, donde es necesario mirar que vivimos en un presente que cambia, donde nos permitimos mirar que es aquello que volvió atrás, mirar esas recaídas, ese volver a lo viejo y ese entramparse como parte natural de todo proceso de transformación. En el coaching llamamos recurrencia a este volver a pasar por lugares de aprendizaje para seguir transformándonos constantemente.

Si hacemos cotidiana la transformación, podemos celebrar lo que se va transformando en nosotros, también volver a mirar compasivamente nuestros compromisos con estos cambios de forma, renovarlos permanentemente, generar nuevos compromisos, abandonar los que no nos hacen sentido, dependiendo de lo que queramos transformar en el momento presente y cambiante.

Podemos vivir esperando ser esa maravillosa mariposa que soñamos, o tomar la oportunidad que cada momento de la vida nos da y dejar aparecer nuestras distintas formas y colores que podemos moldear y colorear una y otra vez, en la relación con otros.

¿Qué conversaciones te están esperando para lo que quieres transformar hoy en ti?

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