Escrito por: Liliana Bernal Pardo

Coach Ontológico Senior, Consultora Organizacional

Sentirnos burlados o engañados nos desorienta. Una vez que despertamos de la ilusión, repasamos cada paso que dimos preguntándonos cómo pudimos caer de esa manera tan ingenua. En un primer momento, esta experiencia despierta una suerte de desconfianza en nosotros, que más adelante podría entregar fuerza y astucia a nuestro camino.

Aunque no nos guste admitirlo, alguna vez hemos sido embaucados, pero también hemos sido embaucadores. Usamos el encanto del embaucador para lograr objetivos personales. Y eso nos hace sentir poderosos temporalmente.

Con la complejidad que tiene engañar, reconozco por lo menos tres categorías: omitir lo relevante de la información, faltar a la verdad de plano y ocultar nuestros pensamientos y sentimientos. Para sostener cualquiera de ellas, se requiere activar nuestra capacidad histriónica, nuestra astucia, nuestra desvergüenza, un entrenamiento especial en el cuerpo para sostener la cara de póker y otro en el alma para acoger nuestra incoherencia.

Embaucar es hacer creer algo que no será cierto y que trae beneficio únicamente para quien lo hace. Por ejemplo, el lobo embaucó a Caperucita. Para embaucar, se necesita a un embaucador decidido a conseguir algo y a un ingenuo falto de experiencia expuesto a la treta. Los embaucadores generalmente son afables, se acercan con trucos y timos, engañan, mienten o se burlan de nosotros sin que nos demos cuenta. Nos hablan de tal manera, que aceptamos lo que sea sin chistar y, hacemos cosas que creemos que son por voluntad propia sin notar la mano invisible del timador.  

El arquetipo del Embaucador

Carl Jung llamó trickster a este arquetipo, considerado no solo en el sentido del tramposo que engaña, sino también en el del bufón que dice al rey de manera graciosa lo que nadie se atreve. Ambos le ponen límites a nuestro ego, que cree que se las sabe todas. En mitología y cuentos de hadas, los embaucadores son dioses que no siguen las reglas, como Loki, que desobedece y desafía el statu quo y en ello radica su poder. Conocemos embaucadores famosos como el Guasón de Batman o el coyote del Correcaminos.

En ambos, tramposo y bufón, la función primordial como arquetipo es que después de encontrarnos con ellos nos queden los pies en el suelo, nos alejemos de la ingenuidad y obtengamos una sabiduría necesaria para seguir por los caminos de la vida.

En su libro Los Trabajos de Hércules, Alice A. Bailey nos cuenta de la tercera tarea del héroe así:

“…Pues allá encontró a Busiris, el gran engañador …Su trabajo es conducir a los hijos de los hombres al error, a través de palabras de aparente sabiduría. El afirma conocer la verdad y con rapidez ellos creen. Habla bellas palabras diciendo: “Yo soy el maestro. A mí me ha sido dado el conocimiento de la verdad y debéis hacer sacrificio por mí. Acepten el camino de la vida a través mío. Yo sé pero nadie más. Mi verdad es justa. Cualquier otra razón es errada y falsa. Escuchen mis palabras; permanezcan conmigo y serán salvos”. Y Hércules obedeció … El amó, adoró a Busiris, y aceptó todo lo que éste dijo. Su debilidad crecía hasta que llegó un día en que su amado maestro le amarró a un altar y lo mantuvo atado durante un año. … con la fuerza que es la fuerza de todos los hijos de Dios, rompió sus ataduras, asió al falso maestro (que había parecido ser tan sabio) y lo ató al altar en su lugar. No le dijo nada, pero le dejó allí para aprender… El año que pasó inclinado en el altar le había enseñado mucho. Retornó con mayor sabiduría a su senda.”

Busiris se presenta como un guardián del umbral en el camino del héroe, una figura arquetípica que nos “detiene” en la ruta para que podamos vivir una experiencia reveladora de la que recogeremos los frutos de sabiduría.

El embaucador tramposo

Para ser un embaucador profesional, piensa como aquel colega que le vendió el vestido de tela invisible al rey. Conoce a la víctima, para darle con sus propios gustos en el centro del ego; mantén estrategias y planes de recuperación a la mano por si la presa es dura de roer. Usa tus conocimientos técnicos, y todo lo que sepas acerca de las relaciones para lograr el objetivo. Trae las mentiras, el humor o el rumor como herramientas embaucadoras, teniendo cuidado de no ser sorprendido mintiendo o chismoseando, pues ese golpe se devuelve directo a la imagen pública.

Un buen embaucador no se deja atrapar; si lo pillan se entrega con elegancia, volviendo a tener una nueva oportunidad de idear una triquiñuela que lo saque del problema. El don del embaucador tramposo es engañar con gracia para lograr sus propósitos, seduciendo con intención, con sus mejores galas y trucos bajo la manga, a quien se interponga en el camino de su deseo. El embaucador tramposo puede ver dónde se desperdicia algo y lo aprovecha, dónde se puede obtener más y lo consigue. Tiene los ojos abiertos y la curiosidad viva.

El Lado Bufón del Embaucador

A través de la risa liviana y la picardía, este arquetipo es útil para decir las verdades revelando la hipocresía, denunciando las injusticias, las desigualdades, y lo que se encuentra oculto. El bufón puede hacerse el tonto y desde esa ingenuidad, revela con simpleza lo que todo el mundo ve pero que nadie dice.

Como sólo podemos cambiar aquello que vemos y de lo que somos conscientes, el bufón ve y apunta a ello mostrando las paradojas de la vida.  Corre el velo de nuestras certezas a través del humor como los bromistas de la corte; a través de tener una misión de equidad como Robin Hood y su equipo; o a través de la astucia inocente de Hansel y Gretel que dejan migajas de pan para recordar el camino de vuelta a casa. 

Cada vez que nos damos demasiada importancia, nos tomamos demasiado en serio, nos estancamos en una sola forma de ser perdiendo nuestra vitalidad, o cada vez que nos creemos a muerte nuestras verdades, podemos activar nuestro embaucador interior para que nos salve de quedarnos inmóviles como estatuas. Nos hará reír de lo graciosos que somos. Nos ayudará a tomar distancia y a mirarnos con la perspectiva de su sabiduría juguetona.

Donde haya una oportunidad, el arquetipo que hace trucos revelará el absurdo de las situaciones. Con su encanto y sentido del humor nos mostrará la necesidad de un cambio dando la vuelta a las circunstancias con sus conscientes torpezas y travesuras.

Oda al Embaucador

El embaucador en cualquiera de sus formas aparecerá con astucia en el camino heroico de nuestra vida, embarcándonos en proyectos, mostrándonos con gracia nuestras cegueras e inyectándonos ideas de cambio y transformación saludables para nuestra vida.

El embaucador llega ligero y sonriente a patear el tablero de lo establecido y sacudirnos el polvo de las formas de ser que nos ponen rígidos; mostrándonos lo frágiles que somos cuando entregamos nuestro poder personal y nos aferramos a una sola manera de ver el mundo.

¡Abracemos a nuestro elegante embaucador! A través de la sutil perspicacia y la risa nos guía para que lo absurdo, lo ciego y lo no revisado, sean oportunidades de aprendizaje para nosotros. ¡Larga vida a nuestro embaucador interior!

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